Cada noche, después de cenar, bajo la basura al patio. Al subir, me paro con el cubo vacío frente a la ventana de la escalera y fijo la mirada en el Sacré-Coeur, allá arriba, en la colina de Montmartre. Cada noche, cuando bajo la basura, me veo allí, en una alta colina, en me dio de una resplandeciente blancura. No es ningún sagrado corazón el que me inspira, ni pienso en un Cristo. Pienso en algo mejor que un Cristo, algo más grande que un corazón, algo más allá de Dios Todopoderoso. Pienso en MÍ. Soy un hombre. Esto me parece suficiente.
(Henry Miller)