29/9/09

Sonamos



Me re duermo arriba del 168 cuando me doy cuenta que la gente suena. El de al lado está narcotizado de reggeaton al mango pero duerme como un angelito también. Cuento los aparatos: cinco. Pasajeros, ocho. Tener i-pod o no tener, esa es la cuestión. Decido bajar, tengo que hacerlo. Más aparatitos: chicos, grandes, medianos. Auriculares desde el celular o el mp3, el i-pod o ¡hasta una computadora! Abogado de traje canta Green Day, inmigrante ilegal baila Britney Spears, yo le sonrío y me doy media vuelta. A la gente no le alcanza con el ruido de la calle Corrientes y busca más en su lista de temas. Fito Páez me recuerda que unirá las puntas de un mismo lazo: y lo que es ciudad se transforma en jungla, despacio. Me alejo del Abasto- nueva meca Cumbio, antiguo mercado de Bs. As. “Que pensaría Gardel- dice un viejo- hace rato que está callado”. Y mira la estatua de la calle Anchorena. Quiosco de diarios: estoy cubierto por pilas de revistas semi-porno y páginas/12. Corro hacia la salvación, ¿alguna boca de subte? ¿Algún parque? ¿Plaza? ¿Un mini componente convencional? Hasta que veo un cartel aurinegro con un epígrafe casi original: Escuchando Buenos Aires.

21/9/09

Nicanor Parra, El Hombre Imaginario




Cuando digo una palabra muchas veces (es decir cuando la repito) me suena rara. Es como que si en el fonema se difuminara el significado de la misma y comenzara yo a oir letras singulares unidas en el espacio que les da mi boca al pronunciarlas. Hoy repetí imaginario: imaginario, imaginaria, imaginarios. Y me acordé de este (anti) poema, que repite la misma palabra:


''El Hombre Imaginario''


El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario


De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios


Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios


Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario


Nicanor Parra

11/9/09

Sarmiento inmortal


Sarmiento, parece, fue un tipo importante. Dos hechos de mi ida cotidiana al conservatorio lo testifican: primero, me bajo del tren en la estación Once, que debe su nombre a la fecha en que murió el padre del aula. Y segundo, el conservatorio mismo queda en la calle Sarmiento. Un hombre que merece una calle tiene que haber sido importante. Además, wikipedia dice que nunca faltó a la escuela. Sumado a esto, Sarmiento escribía bien. Suya es la frase que dice: Bárbaros, las ideas no se matan. Y suyas son las ideas de exterminar al indio en su totalidad “sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado” (El Progreso, 27/9/1844). También la iba en contra del gaucho, del provinciano (siendo él sanjuanino) y hasta de los judíos. En fin, nunca falta quién te dice: si Sarmiento viviera… Aludiendo a que estaría horrorizado del país que somos, por lo que alguna vez fuimos. Yo creo que estaría contento. Con su calle, con su estación y con sus ideas que, lamentablemente, no murieron.

Desde el humilde (pero no tanto) lugar que me da internet, apoyo la propuesta de Osvaldo Bayer de cambiar la actual fecha del día del maestro por la del 4 de abril, en conmemoración del asesinato de Carlos Fuentealba por la policía de Neuquén.

Así que por ahora, y simbológicamente, feliz día a todos los maestros que aprenden enseñando.