30/8/09

Cadáver riquísimo


no
no quiero
no quiero ser
no quiero ser el tipo
no quiero ser el tipo que
no quiero ser el tipo que escribe en el tren
no quiero ser el tipo que escribe en el tren, que plasma sus ojos en el papel sabiendo que nunca, que nada ni nadie, ni cuándo ni dónde encontrará un lápiz que no sea un cuchillo.

25/8/09

Los anarquistas, Perón y Frávega

“Perón hizo un quilombo bárbaro”
Mi papá.


Contexto: charlábamos del pasado.

Pasado:
El bisabuelo hizo todo de la nada: cuatro panaderías en el oeste del Gran Bs As, una en capital, ocho hijos, ocho por dos nietos, varios bisnietos entre los cuales me encuentro yo.
Un día de los años cuarenta los tres hijos de mi bisabuelo crecieron y él no les dijo “estudiás o trabajás” sino la segunda parte sola. Paralelamente, con esfuerzo, se compró unas modernas máquinas amasadoras que venían de Estados Unidos. Ante el trabajo de los hijos y las máquinas juntos, los viejos empleados fueron innecesarios y, posteriormente, despedidos (como parafraseando "Tiempos Modernos" de Chaplin). El gremio que agrupaba a los trabajadores de panaderías pertenecía a la FORA (Federación obrera regional Argentina). Eran anarquistas y, por consiguiente, hubo enfrentamiento armado: La noche del despido arrojaron bombas molotov al edificio de la panadería e iniciaron fuego con escopetas a municiones. Nadie salió herido.

¡Como me hubiera gustado estar ahí y no saber a quien apoyar! Tanta pasión por el trabajo, la vida, la política. Perdonen la viejachotez, pero me tienta decir todo tiempo pasado fue mejor. Aunque realmente no piense así y menos en este contexto, pero se entiende (se entiende?). Los anarquistas eran excepcionales trabajadores. No tenían jefe de manzana, sino que se controlaban entre ellos: si uno llegaba un minuto tarde lo mandaban de vuelta a su casa y perdía el pago de ese día. Estaban graduados para diferentes tareas dentro del mismo oficio, desde pastelero a limpiador de cuadra y defendían, por supuesto, sus derechos. No se justifica tal ataque, pero, después de todo, el siglo XX fue el siglo vampiro: siempre se alimentó de sangre. El ideal anarquista es complejamente complejo, la ironía reside en que sus medios sean tan concretos.

En fin, hablando de esto y de lo otro, arribamos al tema de los sindicatos peronistas y mi papá lanzó la frase como una daga china (medio defendiendo al abuelo, medio defendiendo a los anarquistas): “Perón hizo un quilombo bárbaro”. Digo: ¿por qué tanta resonancia en sus palabras? “Perón”, “quilombo”, “bárbaro”. Casi las puedo ver, colgadas en el aire, pendiendo del sonido de sus letras. Bárbaro: Se dice del individuo de cualquiera de los pueblos que desde el siglo V invadieron el Imperio romano y se fueron extendiendo por la mayor parte de Europa. Creo en que la historia se repite obligadamente, como un buen plato de ravioles. ¿No son los cabecitas (los grasitas, los descamisados) los bárbaros del Buenos Aires del ´46? Vinieron de los barrios a invadir la ciudad que hasta entonces perteneció a cierta burguesía, a hacerla suya en un acto grandilocuente de apropiación del objeto, a mojar los pies desnudos en la fuente de Plaza de Mayo. Muchos, digámoslo, tenían una esperanza en la frente.

No establezcamos juicio de valor. Creo que quilombo no es peyorativo si hablamos en criollo, y menos si hablamos de Perón. Él mismo dijo: los peronistas somos como los gatos, parece que nos estamos peleando pero en realidad nos estamos reproduciendo. Es lo que dicen todos por estas décadas. El peronismo como significante vacío. El único país donde una izquierda revolucionaria nace del seno de un partido ultra personalista con un militar filo-fascista de líder.
Las preguntas me encuentran y atacan: ¿Una ideología se elige por afinidad a las ideas o a las palabras que la definen? ¿O a la sonoridad de las palabras dentro del discurso de un líder? ¿Por qué somos tan inherentes a los líderes?

Me distraigo con un sorbo de café: ahora atiendo el negocio del legado del bisabuelo. Pienso un par de cosas vanas, me como una factura, leo el diario. Entra una promotora de Frávega y me ofrece un dividí muy barato. Me deja un folletito con ofertas. Se va. Me pongo a hojearlo.

22/8/09

Llueve


Una paloma en el
cordón de la vereda,

Borronea con sus garritas
ese cierto límite y quiere
agrandar la calle.

Se asoma un gato mirón,
raído, es atigrado
si no me contradigo.

Llueve.
La lluvia quema y
lo que quema alumbra.

El sol desteñía,
atardeciendo,
sobre esos dos.

14/8/09

El sistema

que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro.


(Días y noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano)